Décimas para mis hijos

Décimas para mis hijos

Caída

Para Julien

Entre mis manos el mundo
se detiene un breve instante,
y basta que te levante
para que de lo profundo,
un ciclón meditabundo
vaya agitando mis sienes,
porque sé que vas, no vienes:
aprendes a caminar
frente a la orilla del mar,
ese mar que tú contienes. 

Olímpico

Para Daniel

Pinceles al descubierto
contorneando un abanico,
los tiros libres de Zico
me dejaban boquiabierto.

Tiro de esquina. Despierto
de mi ensueño de ragazzo.
Mi hijo es quien lanza el zarpazo
que cruza el tiempo y lo curva.
Soy uno más en la turba
que grita gol, gol, golazo.

Tarde

Para Julien

Los párpados del pequeño
ya no pueden con las ganas
y el cielo entre las persianas
se está cayendo de sueño.

Hago como que reseño
páginas de poesía,
pero mi mano está fría
y necesita cobijo.
Me acurruco con mi hijo
y se hace noche de día.

Tren

Para Daniel

Sueño que voy en un tren.
Voy en un tren en que sueño.
Miro hacia atrás y me empeño
en recordar el andén.

Quizá tú sueñes también
–en la estación desolada–
que la estación es soñada
por alguien que va de viaje.
Tú, mi ligero equipaje.
Yo, tu viajero en la nada.

Trineo

Para Julien

«Llegamos juntos, papá,
pero en la cima te veo
que te subes al trineo
y que el trineo se va
».

Él, junto a mí en el sofá.
Yo, gélido, cabizbajo.
«Sueñas», contesto. Barajo
qué más decir, y el invierno
se dibuja en mi cuaderno.

Para el trineo. Me bajo.

Pregunta

Para Daniel

«¿Qué haces, papá, cuando estoy
con mi mamá en la otra casa?
¿Vas a pasear a la plaza
como tú y yo hicimos hoy?»

La verdad es que no voy,
pero sonrío y contesto
«claro que voy, por supuesto»,
y no finjo mi alegría.

Y ahora en la casa vacía,
¿qué hago?, me digo. Pues esto.

Pedro Poitevin

Trineo
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